Tuve que acudir a urgencias con mis padres... mi madre se cayó hace unos días y fuimos a ver porqué el dolor aumentaba en lugar de disminuir, cuando el primer médico que la vio nos dijo que no había nada roto y que sólo se trataba del dolor lógico del golpe.
Después de varias pruebas, la buena noticia fue que sólo se trataba de una tendinitis (aguda, eso sí).
Pero el drama de ayer no estaba tanto en lo que finalmente pudiera ser, sino en lo que comienza ahora.
Es lo que hay. Cuando nos hacemos mayores (por no utilizar otras palabrejas que me deprimen más) nos volvemos más vulnerables, más débiles... en fin, ya todos sabemos de qué va esto.
Pero aunque uno lo va asumiendo con el tiempo, lo cierto es que duele... A mí me duele, vaya.
Me duele ver como la vida me cambia las cosas de sitio, la muy cabrona, y de repente (porque es así de brusco), aquellas personas que se ocuparon de mí, que me cuidaron, me alimentaron, me educaron, me protegieron... y un etcétera mucho más largo que la capacidad de este blog, ahora son ellas las que necesitan ser cuidadas, protegidas, confortadas... y quizás, más adelante, más cosas.
Hace mucho tiempo que establecí mis prioridades, y ellos tienen el número uno. Eso lo tengo claro. Ahora sólo pido, a quien corresponda, las fuerzas para retornarles ni que sólo fuera una parte de lo mucho que recibí.
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