28 septiembre, 2006

Salvada por Auster

Cuando acabo un libro, normalmente tardo unos días en decidirme por otro... No sé muy bien, supongo que necesito algún tiempo "de duelo" para despedirme de una historia y poder entrar en otra.
Para escoger el siguiente, lo que hago muchas veces es pararme delante de la estantería de mi habitación y mirarme los libros, torciendo la cabeza porque algunos lomos no los recuerdo, y entonces me dejo llevar por el instinto. No siempre funciona, tengo que decir. Pero a veces sí, y es genial porque igual me reencuentro con unos de esos libros que alguien me regaló hace años y que nunca encontró su momento, o uno de esos que yo misma compré tras una lectura robada en uno de los sillones del Fnac, pero que luego quedó arrinconado por uno de los que alguien me prestó y, como había que devolverlo, no pude aparcar... Como veis, un lío.
Pero esta vez no tuve ocasión de vagar por los estantes que veo desde mi cama... Esta vez han aparecido en mi mesita de noche nada menos que cuatro libros en préstamo, y el que yo tenía pensado... pues se ha vuelto a quedar esperando.
Y de los cuatro libros en turno pensé "a por el gordo!", pero aunque está muy bien, en la línea del Código, estoy un poco atascada... es un libro bien escrito y me gusta pero me tengo que concentrar mucho en la historia... y no sé, creo que estoy un poco dispersa. Necesito una lectura que me envuelva, como lo hizo desde la primera línea Brooklyn Follies.
Hace unos días, haciendo tiempo para la clase de baile, entré en una librería del centro y pregunté por el universo Auster. Vale, no fue eso exactamente lo que dije, pero juro que en mi cabeza sonó así. Me indicaron y llegué. Cogí todos los títulos que encontré de este autor y los examiné, me leí las diferentes sinopsis y hasta las críticas esas que vienen en cursiva en la contraportada. Y luego hice lo de siempre, abrir el libro por una página al azar y leer un párrafo, para ver si me gusta lo que encuentro. Confieso que me los hubiera llevado todos, pero tenía que decidirme por uno así que me llevé La noche del oráculo, con una increíble foto b/n del puente de Brooklyn en la cubierta.
Como ya tenía a los cuatro prestados en casa, pensé que Paul tendría que esperar unos días, pero ayer por la mañana decidí saltarme las normas (total, me las he puesto yo, así que puedo hacer con ellas lo que me dé la gana, no?), y aparqué a los Ángeles y a los Demonios de nuevo en la mesita de noche y metí a Paul en mi bolso. Genial idea! Me ha devuelto el placer de leer un texto genialmente escrito, y me ha vuelto a envolver desde la primera línea... Parecía que estuviera paseando por las calles de Brooklyn junto al protagonista...
Será una gozada compartir con él el trayecto diario al trabajo.

Mis fantasmas y yo hemos vuelto!

Qué cabrones! A veces me dejan pasar, pero otras lo que hacen es cerrarme la puerta en las narices. Justo cuando estoy escribiendo algo que me apetece, vienen y me sueltan "pues vaya mierda has escrito, nena!" y yo voy y me rajo.
Amparo me dijo una vez que "lo importante es encontrar algo bueno que explicar y tener el deseo de contarlo"... Bueno, lo segundo lo tengo... ya es algo. Lo primero... pues no lo sé, pero supongo que no hay que pensar tanto. Me apetece decir, y digo. Ya está. Y siempre habrán opiniones para todos los gustos, pero no debería escribir pensando en esas opiniones. (eso también me lo dijo alguien a quien quiero y admiro muchísimo - ¡cómo me alegro de lo bien que le van las cosas!)
El caso es que ayer tenía ganas de hablar de mi santo favorito... San Cucufato! (el santo que encuentra las cosas) Sí, ya sé que el nombre no parece serio... pero de verdad de la buena que el tío siempre responde. Lo flipas! que dicen por ahí.
No os ha pasado nunca que andais por casa buscando algo como locos, algo que estais seguros de haber dejado en tal sitio y por más que buscais parece que se lo ha tragado la tierra??? A mí me pasa montones de veces... y en esas ocasiones, San Cucufato siempre acude al rescate. Atas el pañuelito, dices las palabras mágicas y lo guardas... Y lo perdido regresa! Aseguro que funciona. En mi familia le tenemos mucha fe. Vaaale, sería más exacto decir que "las mujeres de mi familia" le tenemos mucha fe, pero a mí no me falla nunca.
Ahora, no vale decir aquello de "el otro día perdí la bufanda en la calle, a ver si me la encuentra"... tampoco hay que pedir imposibles, se trata de pedir ayuda, no milagros. AH! y lo que es importante: cuando has encontrado lo que buscabas, vas a por el pañuelo y lo desatas al pobrecillo...
Pues eso... que tenía ganas de hablar de él. Porque creo que se merece una oportunidad. Porque le quiero dar reconocimiento. Porque ayer mi madre me contó lo desesperada que estaba buscando unas tarjetas de la Mutua, que llevaba días revolviendo la casa y no aparecían por ninguna parte, que alguien las habría tirado a la basura por error, que tal vez se las habían quedado en el hospital (ése al que no paramos de ir)... En fin, que estaba a puntito de pedir duplicados. Y en estas que va mi padre y me dice: "jajaja, eso es porque sólo le habeis atado un winflo* al Cucufato, y como son 2 tarjetas, pues le tendreis que atar los dos, no?"... Y claro, eso hizo mi madre... y antes de media hora habían aparecido las dichosas tarjetas... Qué? cómo se os ha quedao el cuerpo? porque vamos, yo flipaba! Qué risas, por Dios! cuando me llamó mi madre para contármelo, y la cara que debió poner mi padre, que para estas cosas es incrédulo total.
En fin, que desde aquí... una reverencia a mi santo favorito. Y mucho respeto. (que nadie lo ponga en duda, a pesar del tono de mi explicación)
Y luego vuelvo para hablaros de otra cosa...

15 septiembre, 2006

Un paseo por Bagdad

Cuando cada día te bombardean, desde los medios de comunicación, con desgracias y más desgracias, llega un momento que éstas ya forman parte de tu rutina… Enciendes la tele, por la mañana o por la noche, da lo mismo porque siempre pillas algún telenoticias, y el presentador de turno te hace un recuento de los muertos en Iraq, o de los que se quedaron en la carretera, o de cuántas mujeres llevamos muertas desde primeros de año… Hay un momento en que las cifras ya no tienen sentido y dejas de sorprenderte y de alarmarte… Realmente no sé si serviría de nada que nos alarmásemos, pero tampoco me parece sano que nos crezca la indiferencia y que todas esas noticias se conviertan en un monótono bla-bla-bla…
El otro día me encontré frente a un blog que me trajo de vuelta a la realidad… Se trata del blog de una muchacha iraquí, que cuenta, desde su país, como están viviendo el conflicto. “Conflicto”… es lo que yo llamo una “palabra funda”, una de esas que sirven para disimular lo que hay debajo, para no decir toda la verdad, para no hablar de detalles escabrosos, para que todo parezca más “light”… (o al menos es lo que me sugiere a mi). Pero no me enrollo más. Aquí tenéis el enlace: en inglés y en castellano. Vosotros decidís. Seguimos siendo seres libres, no? incluso para cerrar los ojos. Si decidís no hacerlo, que os sea leve!

06 septiembre, 2006

Para adictos al café

No sé vosotros, pero yo echo muchisísssimo de menos a los chicos de Camera Café. Es como si me hubieran quitado la cafetería de mi oficina, porque ahora la cafetería de esa oficina es como la mía propia, como si yo también trabajara allí… claro que hay más de uno que se me hace muy familiar… Qué pena Dios mío! Pero bueno, lo que os quería contar es que hace poquito descubrí la web extraoficial del programa (y la oficial también, pero es más divertida la otra) y nada, que os lo digo por si tenéis morriña y poco trabajo, que le echéis un vistazo, que están graciosas…

01 septiembre, 2006

La noticia que nunca debió llegar

La historia ha tenido un mal final.
Juan ha muerto.
Esta mañana ha venido Eva para decírmelo.
Me hubiera gustado saber qué decir para darle consuelo, pero me he quedado tan bloqueada… No sé si le he servido de mucho.
Juan era un buen hombre. Y sé que me repito, pero es la verdad… si hay alguien que no merecía este final de mierda, ese era Juan. Porque, como dice Amparo, el tabaco mata pronto y mal. Y él ha muerto mal. Y es injusto.

Los pocos recuerdos que tengo de él me los guardaré para mis momentos de soledad, igual que las lágrimas.
No sé si vivió deprisa, pero sí ha muerto joven, y sí deja un hermoso cadáver, porque Juan es, porque sigue siendo, una de las personas más hermosas que he conocido. Y eso, quienes hayan tenido la suerte de compartir a su lado, lo saben bien.